PLAGA 7. LA PLAGA DEL GRANIZO
Puedes leerlo en Éxodo 9:13
Dios le dijo a Moisés:
—Levántate temprano, y ve a decirle al faraón que deje salir al pueblo, porque esta vez voy a enviar todas mis plagas contra él y su gente, para que sepa que no hay otro como yo en toda la tierra. Dile que podía haberlo matado pero le he dejado vivir para que vea mi poder, y para darme a conocer en toda la tierra. Pero como sigue oponiéndose a mi pueblo y no lo deja ir mañana a esta hora haré que caiga una fuerte granizada, como no ha caído otra igual en toda la historia de Egipto. Así que dile a Faraón que ponga en lugar seguro al ganado y todo lo que tiene en el campo, porque el granizo, al caer, matará a todos los hombres y animales que estén al aire libre.
Algunos egipcós tuvieron miedo pero hubo otros que no lo tomaron en serio, y dejaron al aire libre a sus animales. El Señor le dijo a Moisés:
—Levanta tu brazo hacia el cielo, para que en todo Egipto caiga granizo sobre hombres y animales, y sobre las plantas de los campos egipcios.
Moisés levantó su brazo hacia el cielo, y el Señor envió truenos, rayos y granizo sobre la tierra. Hizo que granizara en todo Egipto, y el granizo y los rayos caían sin parar. En toda la historia de Egipto jamás había caído una granizada tan fuerte. El granizo destruyó hombres y animales, y todas las plantas del campo, y los árboles del país.
A pesar de eso, en la tierra de Gosen, donde vivían los israelitas, no cayó un solo granizo.
Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y Aarón, y les dijo:
—Reconozco que he pecado. La culpa es mía y de mi pueblo, y no del Señor. Demasiados truenos y granizo hemos tenido ya, así que no voy a deteneros más. Os dejará ir.
Y Moisés le contestó:
—Tan pronto como yo salga de la ciudad, oraré al Señor. Entonces dejará de granizar y no habrá más truenos, para que sepas que la tierra es del Señor. Pero yo sé bien que tu no tienes temor de Dios el Señor.
Moisés salió de la ciudad, después de haber estado con el faraón, levantó sus manos al Señor en oración. Inmediatamente dejó de granizar y de llover, y no hubo más truenos. Pero en cuanto el faraón vio que ya no llovía, ni granizaba, ni había truenos cambió de opinión. El faraón se puso terco y no dejó ir a los israelitas, tal como el Señor lo había dicho antes por medio de Moisés.
Dios le dijo a Moisés:
—Levántate temprano, y ve a decirle al faraón que deje salir al pueblo, porque esta vez voy a enviar todas mis plagas contra él y su gente, para que sepa que no hay otro como yo en toda la tierra. Dile que podía haberlo matado pero le he dejado vivir para que vea mi poder, y para darme a conocer en toda la tierra. Pero como sigue oponiéndose a mi pueblo y no lo deja ir mañana a esta hora haré que caiga una fuerte granizada, como no ha caído otra igual en toda la historia de Egipto. Así que dile a Faraón que ponga en lugar seguro al ganado y todo lo que tiene en el campo, porque el granizo, al caer, matará a todos los hombres y animales que estén al aire libre.
Algunos egipcós tuvieron miedo pero hubo otros que no lo tomaron en serio, y dejaron al aire libre a sus animales. El Señor le dijo a Moisés:
—Levanta tu brazo hacia el cielo, para que en todo Egipto caiga granizo sobre hombres y animales, y sobre las plantas de los campos egipcios.
Moisés levantó su brazo hacia el cielo, y el Señor envió truenos, rayos y granizo sobre la tierra. Hizo que granizara en todo Egipto, y el granizo y los rayos caían sin parar. En toda la historia de Egipto jamás había caído una granizada tan fuerte. El granizo destruyó hombres y animales, y todas las plantas del campo, y los árboles del país.
A pesar de eso, en la tierra de Gosen, donde vivían los israelitas, no cayó un solo granizo.
Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y Aarón, y les dijo:
—Reconozco que he pecado. La culpa es mía y de mi pueblo, y no del Señor. Demasiados truenos y granizo hemos tenido ya, así que no voy a deteneros más. Os dejará ir.
Y Moisés le contestó:
—Tan pronto como yo salga de la ciudad, oraré al Señor. Entonces dejará de granizar y no habrá más truenos, para que sepas que la tierra es del Señor. Pero yo sé bien que tu no tienes temor de Dios el Señor.
Moisés salió de la ciudad, después de haber estado con el faraón, levantó sus manos al Señor en oración. Inmediatamente dejó de granizar y de llover, y no hubo más truenos. Pero en cuanto el faraón vio que ya no llovía, ni granizaba, ni había truenos cambió de opinión. El faraón se puso terco y no dejó ir a los israelitas, tal como el Señor lo había dicho antes por medio de Moisés.
la biblia es hermosa
ResponderEliminar